martes, 22 de marzo de 2011

Raciocinio.

Todo iba viento en popa, se diría más tarde. Sin embargo, las cosas no siempre son perfectas, sino que se embarran con gran facilidad y, por ende, pasan a ser las manzanas podridas que pudren a las demás. Y, así fue. Llamadas en vano, mensajes de texto con otro tipo de decoficación que termina en una obligación, y no es algo exagerado; visitas por visitar, sin casi una mínima importancia real. Sino, más bien, una de cortesía. Juro por lo que más quiero en el mundo que lo que menos tengo son intenciones de iniciar una secuencia de bombardeos a su persona, lo juro. Pero, ahí estaba yo, controlandome para no dejar ir en gritos ese nudo brutalmente atado en mi garganta; esperando que ese momento llegue y sacar lo real, lo que soy de verdad. Nunca, hasta donde recuerdo, sentí una sensación tan parecida a esa. Era un constante impulso natural por golpear paredes, golpearlo a él mismo, hacer volar lo que sea que haya tenido encima o, definitivamente, irme. El silencio que creaba abismos entre nosotros, me presionaba de la peor manera, apoyando del todo mis pensamientos frente a tal situación y complicándome más. En definitiva, muy dentro mio, estaba segura que no lo haría, por más ganas que tuviese. Entonces, me quedé muda y solté lo que debía soltar en su momento. Honestamente, no sé. Uno sabe que lo que está diciendole al otro es racional y lógico, con toda la razón del mundo (si es que termina de decirlo, no como yo). No obstante, nunca va a dejar de existir la negación.. La bendita y maldita negación. Justamente, éste era uno de los motivos por los cuales me rehusaba a lo que hoy creé. Pero eso no tiene importancia ya. ¿Cómo iba a decirle que estaba desesperada porque me demuestre con acciones físicas lo que sentía, y no sólo con ese simple palabrerío? ¿Cómo iba a decirle que las cosas no habían estado bien desde que volví si, lo único que se me cruzaba por la cabeza había sido darle un beso o un abrazo? Me era imposible. Las palabras que torpemente emitía no eran del todo verídicas ni creibles y, por lo tanto, mi actitud tampoco. Al término de cada cosa que, en zig zag, nos decíamos; me corría por el cuerpo algo así como una "adrenalina" (por no tener una palabra adecuada) de no querer ésto, de irme y olvidarme de todo, de ser una sorda y no tener la capacidad para escuchar todo lo que venía, de esquivar con toda la intención la siguiente frase o palabra, es decir, de parar. Ahora bien, desde que acabó ese silencioso debate de pensamientos del uno y/o del otro, no ceso de buscar ese algo que me quite el pudor  y me de una actitud más pertinente para momentos así. Y si, los sentimientos no se van y, creo yo, hasta dentro de mucho los voy a tener como un imán. Pero, qué más da. Las cosas, generalmente, nunca son lo que aparentan y, es algo que no me voy a cansar de repetirlo y, paulatinamente, de afirmarlo. En mi caso, compré el mejor de todos los peores. Si, pero no de manera despectiva ni peyorativa. Nada de eso. Querer cambiar a alguien es algo que me prohíbo por mas intenciones que tenga porque no corresponde. Pero, ¿Para qué estar con alguien si vas a estar mal? Todo cambia, escuché por ahí. Sinceramente, no sé si será así en algunas situaciones, pero en otras tengo la seguridad de que el amor, las emociones y/o los sentimientos, si lo hacen. Y, de la misma forma que alguien puede enamorarte, puede sin duda alguna, quitar lo mejor que te dió por nuevas acciones y actitudes mucho menos positivas para la relación en sí. Yo no pretendo que las cosas se terminen porque, realmente, no lo merece ni la relación ni yo. Pero pasa a ser una necesidad necesaria para uno el hecho de que la otra persona muestre interés. Y, quizás lo hace en la medida que puede, quizás no; a veces llega a uno, otras no. Bien, a mi me urge una señal, me urge mucho que me llegue porque así, yo ya no puedo. Tampoco voy a santificarme: sé que no soy una persona fácil ni dócil para negociar, lo sé. Sé que tengo más defectos que virtudes y, que entre tantas, los celos resaltan. Pero, "si vos estás conmigo es porque, sabiendo eso y todo lo demás, me aceptas; más allá que sea ocasional o duradero". Que no se malentienda: yo te acepté y sé cómo son las cosas. ¿cambiar? No, yo te conocí así y estoy con vos porque sos de ese modo. Pero, ¿Es mucho pedir, quizás, algo de interés en las acciones y no sólo en las palabras?.