miércoles, 30 de noviembre de 2011

Casper está aquí.

El día está fresco, después de la lluvia y las nubes que no tuvieron tiempo libre, por lo menos hoy. Desde que me levanté mi cabeza, y quizás mi corazón también, están igual. Hasta ayer, todo estaba relativamente estabilizado, en zen… pero tal vez esa sensación de estabilidad no tiene duración prolongada. Abrir los ojos y encontrar mensajes que te cierran la garganta por el contenido, no es lo mejor en días así. Mucho menos lo es el responder a un mismo nivel de inmadurez, volver a cerrar los ojos y hasta soñar con aquel que no merece ni siquiera una palabra, mucho menos un lindo sueño. Y es que, estoy enojada. O peor aún, desencajada, inestable, sensible o boludamente estúpida. Entre el querer inventar excusas que callen a mi consciencia, puede ser un efecto “full time” del día de ayer, donde más lágrimas no puedo haber tirado. Obviamente, por razones menos conflictivas e importantes que la de ahora. Pero qué mas da, estoy apagada y sin ganas de nada. Es más, creo que hasta el dominguicidio no paro. Sin embargo, me levanto, trato de comer algo, tomo asiento y leo “Estrategias de producción y comprensión textual”, donde con sólo terminar el título me agoto. Trato de dormir, entonces. Regreso a mi cuarto, me acuesto y siento cómo cada cosa está en su lugar equivocado mirando el techo que, por cierto, no tiene nada de entretenido ni llamativo. Cerrar los ojos es un suicidio mental, para qué voy a mentir. Pasan unos minutos y nada se modifica, salvo mi cabeza que está a punto de explotar al no detener ese flujo de imágenes nocivas en estos momentos. A decir verdad, yo lo tenía todo controlado unas horas antes, lo tenía todo en orden y organizado, pero las visitas no se prevén y, por supuesto, creo que eso me terminó afectando de esta manera. Un mal necesario, me dijeron por ahí que parece. Casualmente, esta vez estoy de acuerdo. Tan necesario que me dejó así… Así como escribo en estos momentos. Siendo muy honesta, nunca noté tanta diferencia entre su ausencia/presencia, como hoy. Nuevamente, las ganas de todas mis situaciones y momentos de desesperación latente se hacen presentes y bueno, si quieren hacerme compañía creo que no voy a enojarme más, total una mancha más al dálmata no le hace nada, ¿Qué no?
Inventando alguna que otra historia, personajes, momentos, lugares; me topé con una de verdad, o que yo supuse que era de verdad. Bien, realmente no puedo decir si fue o no cierta porque no tengo hechos racionales que me hagan entender que sí, o que no. Pero, puedo decir entonces que, muchas veces, hasta la ficción te rompe el corazón. Igual que en las novelas cuando, aunque lo nieguen, algunas personas lloran por el drama ajeno de esos personajes inexistentes en el mundo real. Les preguntan “¿Por qué lloras, si sabes que no es cierto?” y, no hay explicación que valga para esos que no entienden y se jactan de “maduros” por no hacer lo mismo que otros. A partir de esto, vienen y me preguntan “¿Por qué estas mal, si sabes que ya ni relación era, si todo el tiempo estaban peleándose?”… ¿Qué se supone que diga? Desde hace algunos días atrás, probablemente meses también; mi palabra no tiene el valor de antes. No tiene fuerza, no tiene una dirección ni capacidad de respuesta a ninguna pregunta. No obstante, lo más cercano, verdadero y real que puedo decir es que la costumbre siempre se sale con la suya, haciendo pactos exóticos con el amor o cariño que alguien sienta por otra persona para que, cuando todo esté como el billete más viejo, duela porque se extraña, duela porque las costumbres no se cambian fácilmente, duela porque necesitas ver a quién te importa, hablarle, abrazar, darle un beso; sea como sea, se lo merezca o no. Ahora, creo que respondí a la pregunta.
Puedo estar escribiendo horas y horas. Tal vez no como antes, sino como ahora o como me salga. Pero, el día no va a cambiar. Estoy sentada al lado de una ventana donde se me da la oportunidad de ver… Sólo ver la luz, la calle, la gente, otras cosas. Percibo cómo trata, con mucho esfuerzo, de aparecer una resolana pequeña atascada en las nubes que la bloquean. ¿Por qué será que el clima hoy me acompaña? Un día como hoy, es difícil sobrevivir, definitivamente.

sábado, 19 de noviembre de 2011

¿Lágrimas de cocodrilo?

Hace unos minutos, colpasé. Abrí la boca, grité y expresé lo que me corre por dentro. La supuesta noche espectacular que se esperaba pasó a ser, por lo tanto, una de esas noches donde lo único que uno busca es salir, alejarse, sentirse de una puta vez bien tratando de hacer estupideces que demuestran lo consciente que se es de que no va a cambiar nada. ¿Lágrimas de cocodrilo? No sé. Quizás en parte, quizás en la mayoría, quizás en la totalidad. Se hace intolerable ver cómo se desgasta aquello por lo que muchos se jugaron, pero particularmente uno mismo. Aún más, tener que decir "basta" a algo que alguna vez dijiste "que no se acabe nunca". Muy sinceramente, ya no sé qué hacer conmigo, pero ustedes no podrían llegar a entender el universo que es mi cabeza en estos instantes. Entonces, te miras vos misma por dentro y ves todo lo lindo, lo que se disfrutó. Hasta te encontras con el mismísimo anhelo de querer seguir algo que lastima sólo porque se sabe que, mal que mal, es necesario. Pero, no tenes cara... No tenes cara para ir, encarar tu propia decisión y arreglar las cosas para que, por lo menos, no sea tan grave la cosa. En unos instantes escribís sin vueltas y, dicho vulgarmente, a "carne viva"; un mensaje.. El mensaje más largo, más corto, más importante, más insignificante, más decisivo y absurdo de tu vida, en momentos como estos. Darte libertad no es lo que desearía, menos sabiéndote tanto como te sé, o creo saberte; como nos sabemos. Sin embargo, esas mínimas señales me piden a gritos que haga algo, que accione, que ejecute una pieza y deje en jaque el rey que tanto nos costó cuidar. ¿Y qué es lo que se saca cuando no se saca absolutamente nada a los ojos, al mover esa pieza? Muchos inventan historias y meten al señor reloj, pero ya no confío ni en el mejor médico que es. Ya no confío, porque confiar implica dar todo y, consecuentemente, dar todo conlleva a perderlo de la misma manera que se lo dio. Se siente la burbuja que te cierra la glotis, presionando para que se derrame por los ojos. Y lo primero que se me cruza, así; es dormir a la mañana, dormir a la tarde, dormir a la noche.. A toda hora. Dormir y dormir. Vivir durmiendo.
Gente curiosa, gente que tal vez pretende saber qué es lo que ocurre para salir corriendo y contarlo a la primera persona que se le cruce en el camino, al mejor estilo pregonero. O que tal vez tiene un interés inmediato de "ayuda" figurada, nunca literal. Pero, "no pasa nada, está todo en orden y si estoy acá, es por voluntad propia de querer quedarme acostada mirando el techo y sacando conclusiones irrelevantes". A estas instancias, el ruido se reduce a un espacio interno donde, con suerte, lo único que se tiene en cuenta es escuchar que esos latidos mantengan a un corazón cansado y resignado de sí mismo.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Siempre fui una mina difícil de entender, de tratar, de mantener en orden, de cuidar y de llevar. Siempre, y nunca lo dudaría. Empieza bien, como toda historia de esas con las que una mujer normal soñaría: un beso bajo la lluvia, andar de la manito una buena parte de tiempo, recibir de vez en cuando un beso o un abrazo, sentirse querida y cuidada, sobre todo. Sigue por conocerse, hablarse y ahí es donde realmente comienza algo que pueda llegar a llamarse "bueno y real", después de conocer la persona detrás de una de las tantas caretas, que estaba en una enorme fiesta de disfraces. Entonces, salta la ficha porque ser "correcta" tiene sus consecuencias, más negativas que positivas: No ves a nadie que se te parezca, nadie que "sea como vos esperas que sea: como vos". Te empacas con vos por no saber buscar, con los demás porque entienden nada y con la persona que estás porque no es como vos querés o esperas que sea. Y, volvemos al principio de todo...

¿Cómo haces entender esto a alguien?