viernes, 27 de abril de 2012

Alergia de estación.

Hace frío, mucho frío. Todo se predisponía silenciosamente a canalizarse como el derrape más grande en este úlltimo tiempo.
Volvía en una de las tantas líneas 123, como era de costumbre. De un momento a otro, solo yo podía oír esa canción. Una, que con escucharla, te transporta automáticamente a otros tiempos dorados.. era una Melodía Simple, tan simple que desestabilizó mi banal estabilidad. ¿Quién me manda a buscar verdades en una completa mentira? De nada sirve, de nada. Y, apoyando la cabeza en un helado cristal de ómnibus, dejaba que mis ojos se empañaran razonablemente y con una sola cosa en la cabeza: No, no estás. Nunca hay nadie y debería entenderlo.
Es inexplicable cómo la sencilla condición climática de una ciudad puede congestionarte la cabeza. Pero, tiene su lógica si se la compara a una simple alergia de estación. De esas que aparecen en determinado tiempo, duran un no tan largo rato y, desaparecen. La única e indisoluble diferencia es que, ésta es una de esas alergias que no tienen pastilla que las ahuyente de antemano.
Llego a destino y lo que más ansío son las ganas de tener a Don Alguien al lado, que pueda abrazarme, darme un beso y decirme "no llores. Sos más linda si sonreís". Y claro, esas cosas solamente le pasan a "Maria, la del barrio", a "Rosalinda" y sólo gente que conforma las vastas novelas mexicanas; no a la gente que pisa tierra y vive una realidad muy contrastante a esa, pero siempre anhelándola. Entonces, es cuando empiezo a caminar, caminar y seguir caminando.. interminablemente. Todo llama la atención, pero nada la detiene en algo fijo. Es cuando me convenzo que, estés o no físicamente, seas parte de mi vida o no sea así; ese lugar que tenes en mi corazón es inamovible y sordo, porque no escucha ni siquiera a la que debería mandarlo. Preguntarme a mi misma "¿cómo es que una canción puede hacer que llores?" es quedarme muda, sin palabras, sin saber exactamente qué y cómo responderme. Coso, se abre. Vuelvo a coser, pero vuelve a abrirse como si nada... una herida siempre duele, lastima, molesta y tortura. Ignorarla tiene su precio y, como dice el famoso dicho "el cuerpo grita lo que la boca calla", un día amanezco con dolor de cabeza, a la tarde se transporta a las piernas y articulaciones para, finalmente, terminar en el centro del estómago. Pero, en todo este proceso, nunca pierde fuerzas el de adentro, el peor y más grande.. el del corazón.
Nadie, nadie sabe qué me hiciste, y contarlo equivale a otra costura mal hecha. De la forma que sea, ahí estás.. siempre presente, siempre actuando a favor de tu naturaleza destructiva con el sólo hecho de pronunciar tu nombre.