martes, 15 de marzo de 2011

Puntos que suspenden.

Me desperté, como una que otra vez, con un pensamiento anclado en la cabeza: VOS. No quería meterme, no quería "enamorarme", no quería volver a sentir esas cosas que uno tiende a sentir cuando está completamente bien con otra persona, no quería volver a ser responsable de otras irresponsabilidades que posiblemente se dieran, no quería lastimar ni lastimarme, no quería verle la cara, nuevamente, a mi enemigo más grande: el miedo; sin embargo, acá estoy, echándote de menos como la mejor y con una desesperación que me corre todo el cuerpo por verte o, aunque sea, por escucharte unos cuantos minutos. Si, desesperada. Bajé unos cuantos kilos por pensar que podría llegar a engañar mis pensamientos con otras cosas, otras actividades; pero, evidentemente, lo autoimpedí porque no era saludable ya. Pasé de tenerte todos los días a "ausentarte" casi todo el tiempo. No me conocés bien, pero tenés conciencia del grado en que los celos me crean películas y yo las compro, como una chiquita que va a ver un estreno nuevo de cartelera. Se me van los brazos por querer abrazarte cada vez que te imagino. Me asusto más y más, a medida que pasan los minutos, las horas, los días; porque, casualmente, nunca tuve ansiedad más grande, desde hace bastante, de estar con alguien. No serás el mejor consejero y contenedor, no te gusta lo cursi como a mi; a veces, exageras como yo o peor, te guias un poco más que mucho por tus amigos, haces cosas que a mi me incomodan y lo sabés pero, así y todo, hoy te necesito al lado mio. Un mes, "no es nada" hubiese dicho entonces, pero ves... ES ALGO. Y si bien no quise estar ni sentirme así, ya "estoy en el baile", ¿por qué no bailar?. Parecerá estúpido, excesivo, mucho, exagerado y más que trillado lo que escribo, pero hoy era necesario ponerlo así como está.