viernes, 11 de marzo de 2011

This morning.

- Siempre pensé y pienso que, si fuera por mi, andaría todo el tiempo con un papel y un lápiz encima para escribir en cualquier momento. Hace un rato, llegué de correr. ¡Qué impresionante sensación de bienestar! Mientras caminaba por el asfalto vacío de las 8 de la mañana, tenía una congestión de pensamientos de todo tiempo: buenos, malos, tristes, alegres, de rencor, de bronca. Sobre todo, de los últimos. Cuanto más me acordaba, más rápido y con más fuerza corría. Lloraba, transpiraba y sentía el ruido de mis zapatillas en el pavimento. Sinceramente, yo no sé qué tiene eso de especial, pero puedo asegurar que, en éstos momentos, estoy "de diez". Es increíble cómo una mañana, con una actividad insignificante y casi imperceptible a la hora de hablar de "deportes"; puede hacer que te sientas mejor, puede calmarte y lograr que pienses en frío.
Extrañaba, mucho. No tenía una mínima idea de cómo era irme, estar un tiempo lejos y volver para observar con cautela la calidad de vida sin vos que llevan los de aquel pueblo. (Jaja) De más está decir que me llevé una gran decepción. Si, o por lo menos, así lo estuve sintiendo hasta ahora. La persona que más echaba de menos es la misma que está logrando que ceda, que me vaya. Ojo, no se malentienda, no es por miedo ni por algún (inexistente) "respeto"; sino por sus actitudes y por la intolerancia que tengo ya. ES INSOPORTABLE, en pocas palabras. Pero bueno, son cosas que pasan. Me desvié un poco del tema: caminar. Liberar tensiones, descargarse, hacer catarsis de una forma tan pero tan saludable; es lo mejor que puede existir, lo mejor del mundo. -