lunes, 9 de mayo de 2011

Y es que, cuanto menos lo espero, más rápido llega. Son sólo unos cuantos par de segundos los que me toma pensar, repensar y autoconvencerme de que es una sensación, ni más ni menos. Pero, al persuadirme entre excusas baratas y trilladas, un click automático salta para frenarme el boicot que poco a poco había empezado a tomar forma en mi cabeza. Es una revolución... Mini, pero revolución, en fin.
De lado a lado, ando. Me olvido, quizás, de la existencia de ésta persona abstracta que es mi blog. Justamente, hoy fue una de esas noches que no tienen fin, por más horas hayan sido contadas por agujas de un despertador. Vuelta para un lado, vuelta para el otro, panza abajo, panza arriba, me tapo, me destapo, me levanto y camino por todo el departamento, me acuesto, me acomodo y los ojos que siguen abiertos, mirando sabe Dios qué cosa. Mi cabeza si que no tiene descanso, hasta siento pena por ella. Dicho sea de paso, ya no sé qué es lo que pasa o, tal vez, sí... Más no que si. De la forma que sea, no puedo encontrarme. ¿Será que me estoy absorviendo entre tanto modismos, gestos y costumbres de otra persona? Es muy posible, pero no quiero que se me pase esa ocurrente idea. Era difícil y más que complicado ser yo, pero ésto que tengo que ser (y ni siquiera YO soy) es el doble, tripe y hasta cuádruple de antes.