martes, 24 de mayo de 2011

¿Can you read my mind?

Y es que, muchas veces, las actividades diarias no son suficientes para asfixiar uno que otro suspiro de pasado que brota sorpresivamente. Si, creo que eso fue exactamente lo que me sucedió el día de ayer. 7:19 de la mañana y yo viajando en un 123 vacío y lleno de todo. Con auriculares en los oídos, buscando crear una realidad paralela en tiempo real a la que de verdad se vive. Apoyando la cabeza en la ventanilla, vinieron tantas cosas que fue como una bola de nieve que me llevó puesta sin sentimiento o piedad alguna. A decir verdad, nunca creí ni siquiera una minúscula parte en lo que muchos nombran como "casualidad". Sin embargo, en esos momentos, dudé por un momentos en esa existencia. Cualquier moviendo, cartel, señal, canción en mis oídos, persona que subía, exterior del colectivo... Todo era como si me señalase a una sola cosa, a una sola persona, a una sola y mejor experiencia amorosa de mi vida. Yo, sinceramente, no tengo ni siquiera un mínimo "por qué" que pueda llegar a traducir en palabras las razones pero, tuve la necesidad de llorar, de soltar lágrimas por algo que ya "fue"; y, lo hice sin pensarlo dos veces en resistirme. El filme personal que duró micro segundos en mi cabeza no tardó en aparecer, acentuando mis tan dañinas sospechas: no todo se termina.