domingo, 24 de abril de 2011

Abstracción.

Quizás lo que inconscientemente estaba haciendo, era sólo para librarme de culpabilidad y responsabilidades mayores que no había podido manejar en otros momentos. Tal vez lo que (me) sucedía era sólo una sucesión de efectos negativos y adversos, resultantes de una mala maniobra accionada en alguno que otro momento de ansiedad, desesperación y bronca. Entonces, lo primero que tendía a hacer mi conciencia era tapar aquello con otras acciones, hechos, gestos, palabras, miradas que, con suerte, me calmaran la voz que no terminaba de gritarme nunca. En la profundidad de cada cosa que se me pasaba por la cabeza, estaba la firme intención de arreglar, reparar, socorrer algo que se había roto. Mi anatomía hablaba por su cuenta, al igual que mi mente y corazón.
Yo me sentía bien con su presencia al lado pero y, paralelo a eso, también estaba bien sin su presencia.