miércoles, 12 de octubre de 2011

Brisa espesa.

Después de un par de meses, se le da por aparecer al espacio donde tiene lo que quiere, da y recibe más, y no existe juicio alguno. Sinceramente, no sé por qué me pierdo tanto.. Capaz que son los tiempos, los horarios, mi vida. Vida?.. Hay momentos en los que apoyo la cabeza sobre una almohada y, por unos segundos, mi cabeza se traslada para pensar en qué es lo que hago día a día, a quién dejo pasar, retengo, necesito, quiero, valoro o ignoro, a medida que pasa el tiempo. No quiero hablar más de lo mismo siempre, pero coincidentemente, siempre tienen ganas de aparecer este tipo de asuntos. Entonces, la pregunta del millón nunca falta ni está demás: "estará bien?". Muchas veces, tiene respuesta. Pero, hay otras que no. Quizás, hoy es uno de esos días en que tanto silencio aturde y da pase libre a este tipo de preguntas que atormentan en la cabeza de uno.
El sentir que muchas cosas que me eran sumamente importante en cierto momento, pasan por al lado y no dejan huella alguna; causa un poco de ansiedad... Ansiedad que se transforma una sensación que te recorre cada rincón del cuerpo y no tiene explicación ni descripción acertada. No es buena, no es mala pero creo que tampoco es algo saludable. Más allá de todo, esa voz siempre te dice lo que deberías estar haciendo, dejar de hacer o reparar lo hecho. Me siento culpable, surge el impulso de tirar todo por la borda sin pensar nada más que en eso, ir y hablar con quién sea para solucionarlo y sentirme mejor. Sin embargo, es en vano, porque hay cosas que no deberían decirse, que no deberían pasar y, mucho menos, que no debería sentir. Lo lamento, pero si tengo que decir la verdad no sé por dónde empezar ni cómo terminarla. A veces, las verdades no son más que mentiras que uno brinda a otro para pintar un poco el caos que por sí tiene en su vida. Y, lejos de que tengan patas largas, lo que prima es esconder y hacerlas duraderas, aunque no siempre funcione.